miércoles, 23 de mayo de 2007

Más lucidez en la medida de lo posible

Desde mi punto de vista, el problema de los especialistas es su tendencia a extrapolar las leyes que descubren o postulan en sus ámbitos específicos de investigación y considerarlas válidas para espacios más complejos como los de la vida y la sociedad. Una tendencia hoy dominante en ese grupo e intrínseca a su naturaleza burocrática, que refuerza el rol regulador de sus miembros.


Sin embargo, pienso que se podría, que se debería y que sería más productivo desde el punto de vista epistemológico hacer precisamente lo contrario, empezando por reconocer, en la medida de lo posible y coincidiendo con la evidencia histórica y los más fructíferos avances e la ciencia, que:

No serían las leyes imperantes en el sistema menor (por ejemplo, la materia en la órbita de la Física) las que dictan o son las leyes del sistema mayor que lo contiene, sino todo lo contrario: las leyes del sistema mayor se imponen sobre las leyes del subsistema (por ejemplo, )y los miembros de éste son afectados por ello. Así, la vida, que debe estudiarse en el campo de la Biología; así, la sociedad, que debe estudiarse en el de la Historia, la Sociología, la Economía, etc., serían esos sistemas o conjuntos que podríamos llamar mayores a la manera de Gödel. (procuraré formular esta exposición positiva algo mejor en breve)

Ilya Prigogine, aunque de un modo un tanto ambiguo, parece decir lo mismo en este sentido, aunque luego no lo respete del todo en el curso de sus evoluciones un tanto circenses:

"Sólo existe una flecha del tiempo. Ahora, en esta perspectiva, hablaremos de la
relación de ciencia y vida. La vida es ciertamente una de las manifestaciones
más sorprendentes de esta flecha universal del tiempo. (...) pero lo que
quiero poner de relieve es que la vida transmite, a su vez, esta situación
propia, intrínseca, de ruptura de simetría a objetos del mundo físico que, sin
su intervención, tendrían un comportamiento temporal simétrico." (Ilya Prigogine,
"¿Tan sólo una ilusión?", Tusquets, Barcelona, 2004, pag. 131-132.)

Y unas líneas más abajo:

"Tansformamos (!) una situación fundamentalmente simétrica en una situación
temporalmente (?) asimétrica por la utilización de nuestra propia simetría
temporal." (ídem, misma pag.)

¿Influencias de la subjetividad humana en el terreno de la realidad, tal como lo sugiere, o más bien un reconocimiento del efecto de la acción humana y de sus obras...? Pero dejemos esto por ahora.


En concreto y sin negar las interacciones existentes, parece obvio que las intereses sociales humanos mandan sobre el comportamiento individual y lo conforman (sin restarle su rol a la psicología, etc., que regulan, desde sus propios conjuntos mayores, en todo caso intersectados con los ya mencionados como lo social, a quienes los componen, los individuos y los grupos, compuestos a la vez por órganos y células, éstas por moléculas orgánicas y compuestos asociados, más abajo por átomos... etc.) Parece igualmente obvio que son los imperativos vitales los que imponen excepciones, revolucionan, limitan, redireccionan... el comportamiento tendencialmente químico de los elementos observables en el seno de los organismos vivos. Y que la leyes de la química se imponen a la electricidad y a la luz. ¿Serán suficientes ejemplos las variabilidades de trayectoria, de "naturaleza" o de velocidad de la luz en función del medio químico, de las condiciones térmicas en las que circule la luz, o la diversidad de comportamiento de los electrones en condiciones extremas de baja temperatura, donde se produce el fenómeno especialmente notable y tecnológicamente importante de la superconducción? ¿No son esos casos demostrativos de que las leyes de la naturaleza en el vacío (espacio físico previo, cuanto menos primario, en todo caso el espacio físico por excelencia) son distorsionadas, o forzadas a ser otras, por así decirlo, cuando se encuentran inmersas en un espacio mayor y por lo tanto afectadas por su... peso específico?

Esto, no obstante, no implica un deslizamiento en el animismo y/o el antropocentrismo. Cada ámbito tiene su especifidad al margen de las restricciones o distorciones que le imponga el conjunto mayor que lo contenga. De ahí la validez de los modelos abstractos que en todas las ciencias y más en las físicas (en las más básicas) requieren condiciones ideales que sólo se pueden suponer o aislar del todo imaginariamente. De ahí que las leyes de la mecánica, etc. sean válidas en esas condiciones y a la vez sean reales aunque subyacentes. Y de ahí que se deba sostener un determinismo elaborado (y no elemental como contra el que Prigogine embate fácilmente, reduciéndolos todos bajo mínimos) sin que eso signifique negar necesariamente la diversidad, el azar y el carácter material del tiempo, entre otras muchas cosas demostrables y evidentes. Y de ahí que debamos negar "libres albedríos" a los electrones, etc. y debamos definir las limitaciones reales y complejas de la libertad humana en su contexto. Todo esto debe ser mucho más estudiado y elaborado pero queda al menos apuntado aquí en sus líneas principales. Y Prigogine, por su malicia, puesto en la picota y desmontado. Aunque con pena.

Con pena porque, sin duda, como Prigogine sugería, hay una cierta evolución del Universo hacia la complejidad (al menos en el panorama que enmarca nuestra actual "ventana".) En esto creo que Prigogine iba bien encaminado (o sea, encaminado como yo creo que es mejor y salvando las distancias; quizá buscando un término más apropiado, menos confuso y ruidoso.)

Tal vez el Universo que hoy conocemos, esta fase actual, como él la llama, nació de un ultrataminúsculo agujero negro donde ya palpitaba el tiempo o donde ya estaba presente su flecha (cualquiera que fuese su dirección distinta de la posterior y hoy nuestra.) En ese supuesto, tras el cambio de fase, la materia (átomos y vacío que diría Demócrito) debía tener toda la libertad (más correctamente quizá, la independencia lineal) para que rigieran sus leyes. pero, ay, se formaron las moléculas y se le acabó a los fotones la velocidad máxima en todo el espacio-tiempo... Y así, uno tras otro, hasta que (en la Tierra, en el Sistema Solar, al menos) llegaron primero la vida y por fin el hombre y la teconología y con esto las experiencias de laboratorio definidas en función de hipótesis y utopías... para que se pudieran demostrar.

Lo que deberíamos intentar, entiendo desde mi modesto punto económico de vista, es dejar de decir cosas como las que dijeron Prigogine y sus discípulos con dos de las cuales ejemplifico una conducta, para mí burocrática y en particular tecnocrática:

1) "Mi colaborador, P. Allen y su equipo han desarrollado modelos sobre evolución (?) estructural del sistema urbano..." ( "¿Tan sólo una ilusión?", Tusquets, Barcelona, 2004, pag. 61), cuya descripción muestra además los alcances puramente lúdicos de estos intentos tecnocráticos, como la descripción de que "...si se reduce la accesibilidad del transporte ligero al centro de la ciudad, tal vez se produzca una revitalización del mismo...", etc. (ídem, misma pag.)

2) "Si se confirma la teoría de Eigen (...) un estado altamente organizado, correspondiente a un código genético, emergería de forma concreta (?) a partir de leyes físicas." (ídem., pag. 323) o "...la vida parece seguir las leyes físicas (!) con una plasticidad particular (?)..." (pag. 324.) Y por si quedaran indeterminaciones , que las hay en Prigogine, añade más abajo: "La introducción de estructuras disipativas (...) nos permite esperar que, en su esencialidad (?), la vida sea deducible de los "primeros principios"" (pag. 324.)

Y dejo para otro momento las reiteradas tergiversaciones y simplificaciones que lleva a cabo Prigogine y que, asimismo a mi entender, sólo se explican situando a su autor en el escenario de la sociedad real, burocrática en la actual etapa de la Historia, desde donde su conducta queda determinada, ideológica y psicológicamente, para seguir siendo quien llegó a ser.


En definitiva, sería ideal que a la hora de pensar pudiéramos distanciarnos de nuestro ser social pero, siendo eso imposible en última instancia, deberíamos al menos explicitar el que realmente se producen nuestras ideas, incluyendo así no sólo el instrumento de observación como distorcionador inevitable de las lecturas que hacemos sino también los intereses sociales y el estadio histórico (con su cultura y sus matices, su psicología y sus expresiones globales y particulares, sus mitos...) en el que se encuentra el observador, sobre el cual influyen y a quien determinan.


Creo que esto debería ser confrontado y, de resultar comprobado, debería aplicarse lo antes posible. Creo sinceramente, intuitivamente y por experiencia propia, que sería muy útil además de económico (tal vez lo primero sea así por lo segundo.) Por experiencia propia, porque a mí me está resultando muy clarificador.

El enfoque me permite explicarme, por ejemplo, la conducta de los intelectuales especialistas como producto de la sociedad con la que se encuentran, como he hecho aquí y en otros sitios antes. Me permite una mayor economía de pensamiento en el sentido de Ocam y de Match (economía que a su vez me explico por la estructura constitutiva del cerebro, donde. indiscutiblemente, el pensamiento tiene lugar.) Me ayudan a entender (accédase a mis entradas respectivas, pasadas y futuras) a Prigogine y a Einstein, a Leibniz y a Rousseau... En fin... me explican las teorías y las obras, los sucesos aparentemente imprevisibles que se cuecen en el caldo donde flotan las tendencias, caldo que reposa y bulle en un determinado recipiente que reposa sobre una cierta mesa y que yo u otro ser humano como yo revuelve con una cuchara que también es real, incluso material...

Think about, please. Think it carefully. Y, como propuso en su día Marx, citando al Dante en interés propio y para no serle fiel del todo, como se demostró con el tiempo:

"Qui si convien lasciare ogni sospetto,
Ogni viltá convien que qui sia morta…"
Y discúlpese al aquí firmante si él también incumple en algún punto ese precepto.

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